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#EvaluArteconTIC




Llegamos al final del curso Evaluación en ambientes digitales...pero también al final de un viaje que zarpó allá por octubre 2018.

Con los aportes del curso puedo sostener que las decisiones que se toman con relación a la evaluación están siempre presentes concepciones acerca de qué y cómo enseñar. Que el proceso de evaluación se encuentra en una continua tensión entre las metas relativas al dominio de contenidos disciplinares y el proceso de aprendizaje de los estudiantes.La evaluación de los aprendizajes es un tema relevante, complejo y comprometido, usualmente cargado de connotaciones negativas para los estudiantes.
Algunos de los interrogantes que surgieron al transitar este itinerario sobre evaluación fueron: ¿qué evaluar?, ¿cómo evaluar?, ¿para qué evaluar?, ¿quién evalúa? Al incorporar las TIC en nuestras propuestas se amplían las posibilidades y las preguntas: ¿cómo evaluar en los ambientes digitales educativos?, ¿cuál es el plus que las tecnologías nos pueden brindar?

Abordamos la evaluación como una oportunidad para que los estudiantes pongan en juego sus saberes, visibilicen sus logros y aprendan a reconocer sus debilidades y fortalezas, además de cumplir la función “clásica” de aprobar, promover y certificar. A su vez, enriquecimos y potenciamos el qué evaluar (contenido, proceso y/o producto final) a partir de los aportes de las TIC.

Estoy muy contento y agradecido porque el curso me ayudó a identificar las distintas creencias y concepciones sobre evaluación y su relación con los instrumentos que se seleccionan para recoger las evidencias de aprendizaje.
La parte que más me enriqueció fue estudiar los componentes que tiene una retroalimentación formativa y participar en grupo de trabajo para la creación colaborativa de conocimiento e instrumentos de evaluación.
Fue para mí un gran desafío elaborar criterios de evaluación a partir de los resultados del aprendizaje para mi cátedra como así también el proceso para identificar los criterios de evaluación a considerar en la autoevaluación y coevaluación.

Si les dijese… “Escribe en un post-it qué entiendes por evaluación auténtica”, ¿qué escribirías?


Luego de esta trayectoria formativa diría que tal vez que la evaluación es un proceso consustancial al hecho de aprender, o que la evaluación auténtica nos ofrece una mayor objetividad, o que nos ofrece nuevas formas de evaluar, que reconoce el error y aprende de él, que parte de una concepción constructivista de la enseñanza y del aprendizaje…  Pero la evaluación auténtica es mucho más, la evaluación auténtica tiene mucho que ver con la participación del alumnado en la evaluación y se refiere al hecho de evaluar situaciones de aprendizaje auténticas, es decir, situaciones de aprendizaje significativas para el alumnado; evalúa aprendizajes contextualizados, cuestiones relevantes de la vida real. 

La evaluación auténtica es, por lo tanto, una evaluación por competencias, una evaluación que favorece la autonomía en el aprendizaje y en la metacognición; es una evaluación coherente con las actuales corrientes pedagógicas que empoderan al alumnado, es una evaluación que aprende del error; pero, por encima de todo, la evaluación auténtica diferencia la evaluación de la calificación, rompiendo ese vínculo de asociación que todavía perdura entre evaluación y calificación.  Ya no interesa tanto la acumulación de conocimientos repetitivos, lo que sabes, tus conocimientos, sino lo que sabes hacer, crear, construir o argumentar; todo aquello que te va a permitir adquirir competencias, destrezas y habilidades que no se conseguían de la otra forma.

Aquí una muy buena presentación que resume lo que busco transmitir

La evaluación, entonces, debe concebirse siempre como un medio, nunca como un fin, comprometiendo al estudiante a aplicar conocimientos y habilidades, actuando como motor del aprendizaje, verificando si los logros, los objetivos de aprendizaje que habíamos propuesto se han alcanzado y con qué nivel de éxito.  Para ello, el docente dispondrá de suficientes evidencias y de distintos instrumentos de evaluación que le van a permitir evaluar, desterrando así el examen o prueba de lápiz y papel como único método.  Se rompe de esta forma con el enfoque heteroevaluativo (solo el profesor evalúa a los estudiantes), con el enfoque que aboga por la enseñanza memorística y el aprendizaje bulímico y se aboga por otro enfoque que permite procedimientos auto y coevaluativos, dando importancia por lo tanto también a elementos emocionales y motivacionales.

Termino esta entrada con una frase que Perrenoud citó en 1993 y que me encanta por lo clara que es:

“El éxito de una metodología de enseñanza y de los resultados obtenidos por el alumnado se fundamenta no tanto en la manera como se dan a conocer los nuevos conocimientos, sino en la evaluación, entendida como conjunto de actividades que posibilitan identificar errores, comprender sus causas y tomar decisiones para superarlas”.


A continuación podrán encontrar el enlace a un Formulario de Google Drive para una breve prueba escrita diseñada para mi espacio curricular.


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