Soy Ángel Augusto Roggiero. Nací hace 41 años en la Argentina.
Puedo rastrear mi a mi vocación por la docencia desde mi tránsito por la vida
de la escuela secundaria. Estudié en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo).
Soy egresado de la carrera de ingeniería en industria de la alimentación. Pero
desde antes de mi graduación ya conformaba equipo de cátedra en calidad de
ayudante alumno.
La práctica de la docencia me enfrentó a mis propios límites
formativos. Era necesario que buscara herramientas en otras disciplinas para
abordar el ejercicio de mi profesión. Inicié, no sin resquemor (que venían
construidos por el área de dónde provenía: “las ciencias duras”). Completé el
curso de Especialización en Docencia Universitaria. La Enseñanza en la
Universidad el Aprendizaje en la Universidad, la Educación Superior y la
Pedagogía Universitaria fueron los ejes de un trayecto formativo de dos años
que me llevó a repensar mi práctica.
Con el avance del tiempo, en 2008 fui convocado a ejercer el rol de
Secretario Académico de la Facultad de Ciencias Aplicadas a la Industria para trabajar en el acompañamiento de las
trayectorias educativas de los jóvenes. Otra vez la práctica me interpelaba y
me motorizaba para la búsqueda de herramientas ya que estaba convencido que era
mi misión propiciar, desde la cooperación, el compromiso y desde la
identificación de los actores con los objetivos institucionales. Por ello
inicié mis estudios en “Gestión”, ya lo dice presentación del programa del cual
egresé como Especialista en Gestión y Conducción del Sistema Educativo y sus
instituciones: “El campo de la gestión institucional desborda las
previsiones de los “modelos” y de la expertez técnica. Los tiempos
contemporáneos signados por la globalización de las economías y la declinación
de históricos formatos sociales impactan sobre las instituciones de modo
paradojal. Para que el hacer de una institución produzca marcas en quienes
transitan por ella es necesario pensar sus problemas ¿Cómo hacer del pasaje por
la escuela una experiencia educativa? ¿Qué significa la transmisión en tiempos
de declive de la figura de autoridad? ¿Qué hacemos cuando irrumpe lo impensado
en la escuela? ¿Qué es educar frente al borramiento de las diferencias
generacionales instituidas? Estas y otras cuestiones son, efectivamente,
preguntas de gestión. El problema es que hoy nadie podría demostrar que a más
saber, a más perfeccionamiento, más y mejores soluciones.
Puedo decir que en mi la educación es movimiento, es búsqueda, es
hacer camino al andar. Porque la realidad, lo contingente, el caso, siempre me
interroga, y es así que necesité buscar elementos para responder a interrogantes que incluso no podía nominar. Buscando encontré
estas preguntas: ¿Cómo afrontar la apatía jóvenes y niños y el
desasosiego de los adultos? ¿Cómo ubicarse ante la demanda urgente? ¿Cómo leer
los diagnósticos con los que se rotula hoy a los sujetos? ¿Qué herramientas son
fértiles para trabajar ante la precariedad material y subjetiva? ¿Qué posición
adoptar ante el incremento de impulsividades y compulsiones? ¿Cómo pensar y
abordar la profusión de derivaciones del campo educativo a las instituciones de
salud? ¿De qué manera contemplar los diferentes puntos de partida de los
estudiantes a la hora de poner en función las nuevas demandas sociales,
culturales y tecnológicas? ¿De qué modos posicionarse desde la propia función
para restituir el trabajo educativo?”. Fue que me inscribí y egresé del Diplomado
Superior en Ciencias Sociales con mención en Psicoanálisis y Prácticas Socio –
Educativas, en el que se buscaban claves teóricas en los aportes del
psicoanálisis a partir de sus diálogos con la pedagogía, la pedagogía
social, la sociología, la filosofía, las ciencias políticas y la antropología,
con el fin de instrumentarme en el día a día de mi función.
Hoy constituye un
capítulo importante en las acciones de mi gestión académica en la FCAI, a
través de una política materializada en el diseño de acciones que garanticen la
inclusión atendiendo a las particularidades académicas de cada una de las
carreras que ofrece.
Otra etapa formativa me llevó a reflexionar sobre :
“¿Por qué es necesario pensar la cultura para pensar el currículum? ¿Cómo
definir el corazón de la cultura escolar hoy? ¿Cómo está cambiando la educación?
¿Qué la hace cambiar? ¿Por qué y qué transmitir a las jóvenes generaciones?
¿Por qué inventar nuevos modos de trabajo escolar?”. Puedo decir que el Diplomado
Superior en Ciencias Sociales con mención en Currículum y Prácticas Escolares me
llevó a bucear también por los cambios culturales con sus múltiples
aristas de potencialidades y sufrimientos, así como a problematizar el
escenario social y su traducción escolar. Decía la introducción al curso: “Esta
propuesta intenta abrir una ventana al mundo en que vivimos y al que se avecina
y desde allí procura profundizar en los saberes y las prácticas escolares,
haciendo lugar más a la curiosidad e indagación que al recelo o el temor.” Y
así fue.
Para abordar el tema de mis representaciones y creencias iniciales
sobre la Educación traigo unas palabras del pedagogo Philippe Meirieu dicen
así: "La educación, en realidad, ha
de centrarse en la relación entre el sujeto y el mundo humano que lo acoge. Su
función es permitirle construirse a sí mismo como "sujeto en el
mundo": heredero de una historia en la que sepa qué está en juego, capaz
de comprender el presente y de inventar el futuro". Estas palabras
otorgan a los niños y jóvenes el
estatuto de "recién llegados" al mundo. El lugar que se configura
para la educación está cargado de futuro, aunque con una apuesta sin paliativos
para que esa tarea educativa active las herramientas necesarias para que los
niños y jóvenes puedan ocupar ese lugar
que el mundo piensa para ellos. De ese lugar, que les pertenece, es del que se
intenta dar cuenta.
Traspasar a los futuros educadores y a los educadores en activo la
difícil y necesaria tarea de establecer una relación consistente y rigurosa con
el saber, con la cultura en sentido amplio: he aquí un desafío. Ofrecer
espacios donde las técnicas, los recursos y las actividades a realizar con los
sujetos cobren valor porque están enlazadas con el acervo cultural de un tiempo
y un espacio, y porque incorporan las nuevas producciones y los nuevos
intereses. Eso fue lo que me motivó a alcanzar el grado de Magister en Educación con especialización en Educación Superior y también el Master en Educación.
Desde estas consideraciones, que también son concepciones, es que
intento continuar el movimiento, la búsqueda, la formación continua, estar
atentos a las coordenadas y síntomas de la época para desplegar desde la
educación acciones que propicien el desarrollo de los sujetos y el mío propio. Esta
es la motivación para emprender este viaje para navegar en el líquido mar de lo
actual.
Hola Augusto. ¡Qué bueno encontrarnos en el blog ! Comparto mucho de lo que expresás y sobre todo la PASIÓN por la docencia.
ResponderEliminarHola Augusto, muy bueno tu blog, gracias por compartir me gustan mucho tus aportes, muy interesantes
ResponderEliminarMuy bueno tu blog. Comparto el valor por la docencia que tan bien expresas en tus notas.
ResponderEliminar