Llegamos al final del curso Evaluación en ambientes digitales...pero también al final de un viaje que zarpó allá por octubre 2018. Con los aportes del curso puedo sostener que las decisiones que se toman con relación a la evaluación están siempre presentes concepciones acerca de qué y cómo enseñar. Que el proceso de evaluación se encuentra en una continua tensión entre las metas relativas al dominio de contenidos disciplinares y el proceso de aprendizaje de los estudiantes. La evaluación de los aprendizajes es un tema relevante, complejo y comprometido, usualmente cargado de connotaciones negativas para los estudiantes. Algunos de los interrogantes que surgieron al transitar este itinerario sobre evaluación fueron: ¿qué evaluar?, ¿cómo evaluar?, ¿para qué evaluar?, ¿quién evalúa? Al incorporar las TIC en nuestras propuestas se amplían las posibilidades y las preguntas: ¿cómo evaluar en los ambientes digitales educativos?, ¿cuál es el plus que las tecnologías nos puede
Evaluar es una tarea ardua que condensa sentidos construidos desde el sistema educativo y que define la trayectoria escolar de los estudiantes . Anijovich, R. (2019). En un primer momento podríamos decir que se evalúan las actividades, tareas o labores que el estudiante debe realizar, éstas a la vez son el medio para que el docente evalué; y las evidencias del proceso de evaluación. La delimitación del objeto que se evalúa es un asunto central. De ella se deriva, en gran medida, las decisiones sobre cómo se realiza la evaluación: los instrumentos, procedimientos, momentos, indicadores, criterios, que se utilicen en el proceso evaluativo. Las tendencias históricas en cuanto a la consideración del objeto de evaluación del aprendizaje, trazan direcciones tales: Del rendimiento académico de los estudiantes, a la evaluación de la consecución de los objetivos programados. De la evaluación de productos (resultados), a la evaluación de procesos y productos. De la bús